Enseñar y aprender en tiempos difíciles
Silvia y Juana Rosales son hermanas y viven en un campo cercano a la localidad de La Totora. Son alumnas de la Escuela Técnica N° 28 Juan Martín de Pueyrredón y su formación académica atraviesa dificultades inesperadas por el contexto de emergencia sanitaria que vive el país.
Cuando empezaron el año escolar siendo alumnas de cuarto año, segunda división, no imaginaron que para estudiar fuera de la modalidad presencial deberían sortear tantas peripecias, pues la distancia y la falta de comunicación casi que las aíslan de todo contacto con las redes, el vínculo por el cual los educandos se forman en tiempos del COVID-19.
En su casa, ubicada a unos cuatro kilómetros desde el ingreso por Ruta 20, no tienen luz eléctrica ni señal de telefonía celular y mucho menos Internet. Por eso, para comunicarse caminan desde su hogar hasta una especie de «cueva» ubicada en una zona alta. Esa condición de altitud les permite chequear si hay conexión en su celular para, vía datos, intentar conectarse a Internet. Si el acceso a la web no funciona se comunican por SMS con sus referentes escolares.
Su profesora de historia, Adriana Barroso, se enteró de todo esto y decidió facilitarles el acceso a los contenidos iniciales relacionados con historia de San Luis. Para ello reunió los apuntes de la materia, fue hasta la casa de las alumnas y les entregó el material impreso. «Fue una experiencia muy linda, más allá de las circunstancias estamos acostumbrados a mirar el mundo desde nuestra zona de confort y el mundo es diverso, existen muchas otras realidades muy diferentes a las nuestras» contó.
«Considero que esta cuarentena deber servir para abrir los ojos y el corazón» agrega, contenta por la cálida recepción que le brindaron en el campo. «Son chicas de perfil bajo, calladitas, humildes y muy educadas».
A través de un audio que la docente compartió con nuestro portal pudimos escuchar a las jóvenes hablar sobre lo que viven. Silvia contó: «Nos mandan tarea por el Whatssap, a veces tenemos señal y otras veces no tenemos Internet en la casa«.
«Nos ayuda que nos traiga la actividad hasta acá, hasta la puerta, porque no nos agarra bien la señal. Con algunos profes no hemos mandado la tarea porque no anda internet ni tenemos tele para ver los videos» explicó Juana.
La profesora averiguó que están aún más complicadas porque a la dificultad de los móviles se sumó que las niñas antes se conectaban por medio de la antena de la escuela de La Totora, pero como el establecimiento está cerrado, el acceso permanece apagado.
Adriana se mostró feliz por la experiencia que no sólo les permitió colaborar con sus alumnas sino conocer algo más de ellas. «Quedaron muy agradecidas y tienen ganas de aprender, además me contaron que trabajan y colaboran con sus padres en tareas tales como recorrer el campo, sacar leche y hacer las labores del hogar».