Emotivo último día de trabajo para dos históricas enfermeras de #LaTomaCiudad

Cuando ocurren hechos como del viernes pasado, y más para quienes vivimos en una ciudad pequeña donde nos conocemos todos, nos quedan sensaciones ambiguas. Ocurre que por un lado valoramos la llegada de la jubilación y el inicio de un nuevo estilo de vida para dos damas muy queridas pero también lamentamos la salida de valuartes del sistema sanitario como son Esther López y Bety Funes.

Eso mismo vivieron también las autoridades, compañeros y personal del Hospital «Doctor Osvaldo Ledesma» cuando se cerró el horario de trabajo de ellas y comenzó a caer detrás el telón de dos historias de dedicación, vocación y compromiso con el prójimo.

Hasta ese día trabajaron en el nosocomio local dos pilares fundamentales de los pacientes y el equipo médico, claves en el cuidado y bienestar de las personas. «Eso mismo le dijimos cuando nos tocó despedirlas porque su trayectoria es un legado que quedará por siempre en la memoria de quienes trabajamos o fuimos atendidos por ellas. Siempre formarán parte fundamental de nuestro hospital. Por eso le deseamos lo mejor en el inicio de una nueva vida» destacó el Director Alejandro Torres.

Aún emocionadas por lo vivido, ambas recuerdan sus inicios. «El día 26 de agosto de 1986 comienzo a trabajar en el Centro Materno frente a la comisaría vieja dónde se atendían embarazadas y niños. Yo ya era mamá, se me hacía difícil, pero con la ayuda de mis padres seguía. Luego me caso, vuelvo a ser mamá y el Centro Materno es trasladado al hospital en la calle Lafinur» evocó Esther.

«Me sentí triste porque son cuarenta y cinco años de antigüedad en mí querido hospital. Empecé a trabajar en el hospital viejo cuando apenas tenía 17 años y lo hice Ad Honorem. Después me nombraron a los 19 años cuando estaba de director el Doctor Lunardi, era administrativa la señora Gladys La Torre y secretaria era Antonia Garoglio. A esa edad comenzó una historia llena de lindos momentos, donde hacía lo que me gustaba y ayudaba a la gente» agrega Bety.

También hay tiempo para repasar algunas de las cosas vividas. «He pasado muchos momentos lindos como ayudar a venir un niño al mundo o aconsejar, educar, curar heridas y hasta muchas veces acompañar a la gente en momentos difíciles y tristes. ¿Anécdotas? Muchas, como salir a buscar pacientes en la ambulancia cuando te decían es acá cerca a un kilómetro y luego tenías que caminar un montón porque no entraba el móvil. A veces me encontraba con tristes realidades y noticias. Recuerdo muchos momentos lindos y el cariño de la gente me llevo conmigo, como las cosas que compartí con mis compañeros de trabajo» cuenta Esther.

En ese contexto Bety agrega: «Una de mis anécdotas fue una noche de pleno invierno cuando fuimos a un lugar llamado El Cardal cerca de La Vertiente. Era de madruga, íbamos con el chófer Mateo Torres a buscar una embarazada y nos encontramos que ya habia nacido un bebé y con la sorpresa de que eran mellizos. A la luz de unas lamparitas a queroseno ayudé al nacimiento del segundo bebé. Fue algo increíble y para colmo había que caminar con la paciente y sus bebés en la camilla como cien metros para traerla al hospital».

Ponerse en el lugar de las cosas vividas por ellas ayuda a entender porqué siempre la a jubilación de una enfermera es un momento lleno de emociones encontradas. Ahora, ya con tiempo de descanso y al lado de sus seres queridos tendrán espacio para seguir recordando tantas cosas vividas en su legado y lo que brindaron al mundo de la salud tomense.

«Sentí una alegría inmensa y pasaron cuarenta y cinco años ya, parece increíble. Me voy feliz por los momentos compartidos con los pacientes y mis compañeros de trabajo. Seré agradecida siempre» dijo Bety.

«En mi última guardia estaba muy triste pero no lo demostré pero dentro mío algo estaba sucediendo. Si Dios quiere, tengo pensado colocar un inyectatorio y ojalá lo puede hacer y muy pronto. Gracias a todos y en especial a mi familia. Agradezco a la gente que está al lado mío, a los que me mandaron saluditos. Espero no lo tomen a mal pero me sentí muy amada por todos, gracias, gracias, gracias. Me voy orgullosa también de haber sido compañera de Betty. Fue un placer haber compartido momentos tan lindos junto a ella» finalizó Esther.

«Siempre contagian pasión y ganas por lo que hacen. Aprendimos al lado de ellas lo que es ser un mejor profesional de la salud. Lo vivido juntos marca el final de una carrera de servicio y dedicación y no podemos hacer otra que agradecer a estas profesionales por sus años de trabajo y compromiso con los pacientes, sus compañeros y la institución. Guardaremos el mejor de los recuerdos de semejantes profesionales y mejores personas» destacó el Doctor Marcelo Soler.