“La Beby chiquita se quedó en La Toma Vieja”
A la distancia, desde su casa en San Luis, cuidándose, admite que siempre evoca cosas de su terruño. Y como buena escritora se recuerda pequeña, comiendo duraznos de una planta, feliz en el lugar donde se forzó la historia tomense.
La frase de Beby Torres es una analogía que bien podría pertenecer a algún segmento de su obra “Marilunas y otros relatos”, pero está enmarcada en la nostalgia que le genera acordarse de una localidad que fue su lugar en el mundo: “No extraño el pueblo en sí, sino a su gente, los quiero”.
Después, suelta y memoriosa, lanza una máxima que define una de las cosas por las que peleó y trabajó en su gran apuesta literaria llamada “Boquitas cerradas”: “Para mí la mujer de La Toma ha sido una guerrera, en todas las épocas le puso el pecho a todas las circunstancias, desde la pioneras”.
Por eso, en este contacto virtual que tiene por objetivo saber de ella, de su vida y de su actualidad, es inevitable hablar sobre el tema y sobre cómo analiza el rol actual de la mujer; aunque también hay lugar para recuerdos y situaciones que salen de sus palabras como si estuviera leyendo alguna de las innumerables obras que devoró como lectora apasionada.
Mientras que por el paso de los años se pierden la ilusión y las ganas por experimentar y más aún en estos tiempos de pandemia, ella va por otro camino. No reniega del contexto, admite tener “paciencia” y la vida en casa la invierte en leer, en “devorar los libros”, hacer ejercicio siempre que puede y en estar en contacto con sus hijos, familiares y amigos.
“Estoy muy bien y tranquila” dice la Beby actual que está igual a la que recordamos en el juzgado, escribiendo o trabajando en la docencia. La nota es una semblanza y una remembranza donde nos deja historias entrañables como la de su primer trabajo, o la del recuerdo de su mamá o de cómo dedicó quince años para recopilar un libro en pos de destacar a la mujer.
Les propongo disfrutar de una charla que nos deja con sabor a poco pero que nos permite sentirla más cerca de una localidad que la recuerda siempre.
Este es otro de los tantos ejemplos a través de los cuales se demuestra que a veces no hace falta viajar para estar allí, en el lugar y con las personas que querés, porque “Siempre hay un posible regreso / Hacia un mañana de sol /Luego de una tormenta aún se puede volar”.
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