Una historia de inmunización y resiliencia

Salvo en este último operativo de vacunación, nos ha tocado estar presentes y cubrir cada uno de los que llegó a la Capital del Ónix trayendo consigo un mensaje de esperanza.

Hemos retratado, acompañado y reflejado muchas historias de quienes accedieron a la primera o segunda dosis y en este caso conoceremos la historia de alguien que viajó desde Villa Mercedes expresamente para recibir una semana atrás la segunda dosis de Sinopharm en el hospital «Doctor Osvaldo Ledesma«.

Lo destacable no es solamente que arribó a la ciudad, que se quedó un día en casa de su hija y que fue uno de los primeros en llegar a la cita, sino que asistió al nosocomio local en silla de ruedas, sin ayuda, sólo impulsado por las ganas de estar en la cita sanitaria. Más tarde sabríamos que por esas cosas del destino perdió una pierna en un accidente de tránsito en el año 2013.

El caso es que apenas llegó ese día le sacamos una fotografía pero inmediatamente pidió una segunda toma porque quería salir haciendo un gesto que lo distingue: «Hace 12 años que estoy así y la voy luchando. Levanto el pulgar siempre porque soy positivo» nos aclaró.

Un rato después de ser vacunado, lo ayudamos a salir del hospital y acompañamos hasta el negocio que sus familiares tienen sobre calle Chacabuco. Nos agradeció de una manera especial y volvió a resaltar lo importante que fue venir a vacunarse.

Por esas coincidencias extrañas, no sería esa la única vez que lo cruzaríamos en nuestro camino porque una hora después, mientras cubríamos unas actividades que ese día se realizaron en el SUM de la terminal, lo vimos esperando pacientemente el colectivo para volver a Villa Mercedes. Esa imagen quedó en nuestra retina: la del esfuerzo y de las ganas de salir adelante.

Por eso decidimos saber algo más de aquel hombre que ese día se llevó no sólo todos los flashes sino que contagió a a los presentes con su positividad y esperanza. Vendrían varios días de búsqueda de su contacto hasta que conseguimos su número de teléfono.

Es viernes, cerca de las 21, marcamos un número con prefijo mercedino y nos atiende: «Lo contactamos de La Toma porque nos impresionó lo que usted hizo ese día de la vacunación» le decimos en el saludo inicial. Él interrumpe: «El esfuerzo que hago yo no es nada. Esfuerzo es el que hacen los que vacunan, los que están en el hospital, los que están expuestos todos el día. Están en el frente de verdad, en el frente de batalla

«Gracias por llamarme. La verdad es que estoy feliz. No vacunarse es un error gigantesco. Lo único que nos puede salvar es tener una inmunidad colectiva que solamente la vamos a tener a través de la vacuna» cuenta.

Guillermo Campanella, de él se trata, relata que tiene 63, que vivió 4 años en La Toma y que desde hace dos meses reside en Villa Mercedes «por una cuestión de comodidad para trámites, estoy buscando una prótesis y por suerte parece que a fin de mes me la van a hacer. También espero una nueva silla de ruedas, son cosas buenas que me están pasando».

«Esa vez fui a La Toma un día antes. Fui de la terminal al negocio de mi hija, allí donde me dejaste esa vez. Dormí en casa de ella y a las 8 de la mañana ya estaba despierto y ansioso por vacunarme» y agrega que fue la segunda dosis y que «ahora me siento Superman«.

«Mi apellido se escribe como el cineasta Juan José Campanella, con doble ele» aclara Guillermo y pide algo: «teneme paciencia porque me gusta hablar y hablar, soy muy charlatán«.

Aquel gesto fotográfico nos permitió llegar a él y enterarnos que también tiene un perfil artístico: «estoy escribiendo una novela pero me faltan un corrector y un asesor histórico para ayudarme porque la historia transcurre en el Buenos Aires de antaño».

Pero inmediatamente vuelve al motivo de nuestro contacto. «¿En serio les pareció mucho lo que hice?. Hay mucha gente que día a día la pelea mucho más que yo. A ellos hay que reconocer. Me vacuné y estoy feliz por eso. A todo el mundo le conté que me dí la segunda dosis. Tengo la ventaja que ojalá ahora tengamos todos. El estado hace un esfuerzo y ojalá todos se anoten y puedan vivir lo que viví yo«.

«Gracias por llamarme. Esto que hacés es muy importante porque siempre hay que pedir que nos cuidemos y que la vida vale la pena a pesar de las cosas que nos pueden pasar. Les pido a todos los que lean que se cuiden mucho y que hagan caso a los que la pelean por nosotros» finaliza.

La promesa de que nos enviará una copia de la obra que escribe y de que nos avisará cuando consiga las cosas por las que está peleando, cierra un contacto de nos permitió estar más cerca de alguien que nos ayuda a entender cuanto valor tiene la inmunización para muchos de los ciudadanos, que como Guillermo asisten, se alegran e inspiran sin importarles la condición ni los impedimentos.

Ojalá su historia sirva para entender que la vacuna es la mejor forma de estar protegidos, que todos debemos anotarnos y que hay muchísima gente trabajando silenciosamente por la comunidad.